jueves, 5 de febrero de 2015

TRES NOCHES DE LUNA LLENA

19 DE AGOSTO
Llevaba mucho tiempo planeándolo, era la ocasión perfecta, el parque, la brisa de Abril, la luna, las estrellas, el silencio. Me declaré, le dije a Tina que la amaba, que no podía dejar de pensar ni un minuto en ella, que lo mas lindo que me había pasado en la vida había sido conocerla. Quizás no debí hacerlo, por mi propia seguridad, Kevin me previno, pero ¿que podía hacer? algunas cosas son inevitables y cuando estás enamorado no mides las consecuencias, solo te dejas llevar. Y la bese; la besé antes de que ella, sorprendida, pudiera reaccionar y fue un beso... ¿como decirlo?...dulce... muy, muy dulce. Y ella me correspondió, ¡si!, me besó también, ¡tanto tiempo esperando!, fingiendo una amistad de hermanos que estaba muy lejos de sentir, Dios, solo el sentir sus labios sobre los míos, la deliciosa humedad de su lengua encontrándose con la mía, acariciar la tela sobre su cuerpo calientito, podría morir cien veces y reencarnar otras cien si es que tal cosa existe, y jamás olvidar esta noche.
De acuerdo, no era mi primer beso, antes de mudarme a esta ciudad...bueno no importa, lo cierto es que Tina era totalmente diferente a cualquier otra chica.
La acompañé hasta su casa, nuestro beso de despedida no fue tan enajenante como el primero, un beso equivocado podría romper la frágil ilusión de una noche mágica, este fue más... infantil, mas travieso, me despedí de ella con un dulce besito en la nariz.
Atravesé el parque caminando a paso lento con las manos en los bolsillos de mi blue Jean, debía ser casi medianoche, pensaba en hallar la forma de alejarla de su celoso ex-novio, he ahí la parte difícil, Armando era peligroso, y bastante, nadie podía probarlo pero en la Universidad todos sabían que estaba metido en la venta de drogas, y además no era un simple lacayo, estaba protegido por los duros del negocio. Tina me lo confesó una vez llorando, angustiada al darse cuenta de quién era él en realidad y sin saber como alejarse, y el muy...hijo de perra la había amenazado con hacer daño a ella y a su familia. Aquella vez me había jurado a mi mismo rescatarla de ese infierno y hacerla feliz conmigo. El recuerdo de sus lágrimas cayendo a raudales sobre su carita abrumada de angustia, ¡me hizo hervir la sangre!
Y allí fue cuando todo empezó...¿como puedo describirlo?, algo le pasó a mi mente, era como si...ese recuerdo se apoderara de ella, no podía pensar en absolutamente nada mas, el recuerdo iba y volvía dando vueltas...y se volvió...punzante...y doloroso. A esa hora el parque estaba casi desierto. El dolor se intensificó insoportablemente y se extendió por todo mi cuerpo, era una sensación horrible, como si hubiera una especie de ácido debajo de mi piel quemando la carne bajo ella. Caí sobre el césped revolcándome y gritando de dolor, perdí el autodominio de mi cuerpo que quedó paralizado, y yo quedé allí...tendido boca arriba al pié de un árbol frondoso…y la vi...como si me llamara...a través de un claro entre las ramas del árbol la luna llena brillaba majestuosa e hipnotizante.
Es extraño pero…esa luz plateada pareció calmarme, el dolor disminuyó, no desapareció pero por lo menos pude ponerme de pié y caminar hasta mi casa.
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20 DE AGOSTO
Ayer al acostarme aun sentía la sensación de parálisis, pero curiosamente al despertarme me sentí… ¡WOW!, ¡increíblemente bien!, jamás en mi vida me había tenido esa sensación, era como si mi cuerpo estuviera lleno de una vitalidad y energía desbordante hasta entonces desconocida.
Mamá se sorprendió cuando bajé a desayunar, ¡tenía tanta hambre! y devoré todo, normalmente solo mordisqueaba algo y me iba a la universidad.
Cuando regresé por la tarde mamá me dio la mala noticia, habían asaltado a Kevin, en la noche fui a verlo al hospital, ¡Dios!, era mas grave de lo que había imaginado, le dispararon en el pecho, los doctores no dieron muchas esperanzas a su familia. Hasta entonces yo no sospechaba siquiera que tuviera algo que ver con eso, fue necesario que ocurriera lo que pasó a la salida del hospital para que me diera cuenta.
En el parqueadero me esperaban tres sujetos enmascarados que me apuntaron con sus armas, me obligaron a entrar a su vehículo con los ojos vendados y me condujeron hasta un callejón oscuro.
Allí me esperaba Armando con su banda, sus celos enfermizos lo llevaron a designar a uno de los suyos para vigilar a Tina, y éste vio todo cuanto que sucedió ayer entre ella y yo. Ordenó que me golpearan entre todos y cuando estuvo satisfecho de mi paliza se me acercó y me clavó una navaja en mi pierna derecha advirtiéndome que si me volvía a acercar a Tina me esperaba el mismo destino que a mi amigo.
Cuando se hubieron ido…lloré…pero no de dolor o de miedo, porque yo puedo ser todo menos un cobarde, ¡sino de rabia!, como es posible que existan seres como ese tipo a quienes que les importa un comino acabar con la vida de un muchacho con tal de obtener lo que quieren, la vida…no es justa, no lo es.
Levanté mi mano ensangrentada con la que estaba de cubriendo la herida de mi pierna, proyectaba una suave sombra sobre el asfalto, la luna llena acababa de aparecer y junto a ella el extraño dolor del día anterior que amenazaba con apoderarse de mi cuerpo, por suerte podía reconocer el callejón, no estaba lejos de casa, me levanté y caminé lo mas rápido que podía con el cojear de mi pierna. Llegué a casa y subí corriendo las escaleras evitando a mamá y papá que veían televisión en la sala; cerré la puerta de mi dormitorio y me tiré en la cama, a estas alturas el dolor era totalmente insoportable, mis músculos ardían, sentí mis huesos torciéndose como si fueran a romperse, era como si…estuvieran cambiando de posición…adaptándose a otra forma totalmente desconocida para mi cuerpo. Apreté mi almohada con los dientes para no gritar de dolor dando vueltas sobre mi mismo, ya no podía contener las lágrimas y mi mente…solo podía pensar en Tina…Tina… ¡esos malditos!, ¡ese maldito Armando!, no me importa si intenta matarme, ¡voy a salvarte de él!.
Lo último que vi fue la imagen de la luna; esa perla celeste brillando a través del cristal de mi ventana.
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21 DE AGOSTO – PRIMERA PARTE
Otra vez la sensación de bienestar de mi cuerpo al despertarme pero no le presté atención al observar a mi alrededor, ¿Qué pasó aquí?, mi colchón, mi almohada, estaban hechos trizas como si hubieran sido desgarrados, de hecho en el maderamen del cabezal de mi cama había marcas de lo que parecían ser garras por improbable que pareciera y también mucho pelo regado por todas partes. Me asusté ¿de acuerdo? lo admito, ayer había pensado en ir al médico ¿pero esto? parecía tratarse de algo grave. Por lo menos la herida de mi pierna había cicatrizado sorprendentemente rápido y eso era bueno…supongo…No importa, ahora lo primordial era Tina.
Esta vez no fui a la universidad, fui al hospital a ver a Kevin y pasé todo el día allá…
Kevin murió.
Casi a las tres de la tarde, di el pésame a su familia y salí corriendo lo más rápido que pude, fui al baño y lloré hasta que se secaron mis lágrimas. ¿Era mi culpa?, ¿mi amigo Kevin había muerto por mi culpa?,  No es justo que él haya pagado con su vida mi derecho a enamorarme, como cualquier hombre normal.
Finalmente decidí que si era mi culpa o no ya no importa, Armando lo pagaría.
No fui donde los polis; se decía que los de las drogas habían comprado a algunos de ellos a raíz de los constantes casos de ciudadanos que denunciaban a expendedores y estos salían libres muy pronto, así que aún sabiéndome vigilado fui a casa de Tina esa noche.
Lo siento por papá y mamá pero decidí escaparme con ella; les dejé una carta explicándoles todo y pidiéndoles que acudieran ante autoridades mas competentes en vez de ir a esa estación repleta policías corruptos.
Valentina era hija única y no era muy “acomodada” que digamos; sus padres se sacrificaban trabajando todo el día y llegaban muy tarde en la noche.
Encontré la puerta de la calle sin seguro y entré sigilosamente, la sala solo estaba tenuemente iluminada por una lámpara de mesa. En la segunda planta, donde estaba el dormitorio de Tina se escuchaban gemidos y…lo que parecía ser bofetones, subí rápidamente en puntas de pies y me asomé a su puerta, lo que vi…
Tina estaba atada semidesnuda llorando, su rostro estaba abofeteado y ensangrentado y sobre ella…lo reconocí…era ése, el que la había estado vigilando; estaba drogado…y abusando de ella.
Me salí de control, me abalancé con furia sobre el tipo y lo derribé de la cama, la rabia, el dolor, la ira, me dominaban por completo, le golpeé la cabeza contra el suelo, pero no fue suficiente, el tipo era demasiado fuerte y se colocó sobre mí tratando de estrangularme. De reojo vi que Tina había vuelto la cabeza hacia mí, se había desmayado…o acaso…
Y la luna salió…
Y miré al infeliz…algo en mis ojos debió asustarlo porque aflojó levemente la presión…pero yo no…yo apreté su cuello con fuerza…ahí estaba de nuevo el dolor de mi cuerpo, solo que ahora fue diferente, fui consciente de los cambios en mi cuerpo aunque no podía verlos, primero fue mi vista, perdí los colores, empecé a ver todo en blanco y negro; luego los olores y aromas, llegaban hacia mí de todas partes, saturando el aire cercano a mi nariz, el del sujeto, el de Tina, el de la alfombra, el del computador; ahora los sonidos resonaban en el interior de mi cabeza, ruidos cercanos y lejanos, los escuchaba todos. El dolor se agudizó pero yo no lo solté, el sujeto luchaba por respirar pero no me golpeaba, ahora me miraba con una mueca de terror en sus ojos y mis brazos…se habían vuelto oscuros y de ellos estaba surgiendo una espesa capa de pelos.
Ahora el sujeto no pesaba casi nada, me incorporé y lo levanté en el aire sosteniéndolo del cuello con un solo brazo, me pareció que me había vuelto mas alto, solo bastó apretar un poco para sentir como mis dedos atravesaban su garganta y las vértebras de su cuello se quebraron como porcelana.
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21 DE AGOSTO – SEGUNDA PARTE.
La sangre resbalaba por mi brazo y me miré al espejo.
Por un momento me sorprendí pero mi mente pareció aceptarlo como si fuera algo natural.
Era un lobo, era un hombre lobo, poco importaba si jamás me había mordido uno, poco importaba si en esta parte del mundo jamás se hubiera visto alguno, poco importaba si moría con balas de plata o no, poco importaba si solo existían en películas y novelas, era un hombre lobo simplemente porque ¡Así era! Y punto. Así lo acepté al instante sin más explicaciones.
Estaba un poco inclinado hacia delante, como si tuviera una joroba y me había crecido hocico, el pelo sobre mi cuello estaba erizado y me cubría todo el cuerpo excepto en mi pecho donde la piel era de color gris oscuro o eso creo, el pecho había robustecido al igual que mis brazos, mis uñas también habían crecido y eran largas, duras y filosas. Quizás lo más terrorífico eran mis ojos, eran amarillos y brillaban siniestramente.
Desvié la vista hacia el muerto y hacia la sangre de mi mano…y me dio hambre…un hambre como nunca había sentido en mi vida.
Tina seguía desmayada, ahora estaba seguro de que no había muerto porque podía oler y escuchar su suave aliento.
Me abalancé sobre el cadáver aún caliente y comí con voracidad.
Después de haberme saciado ocurrió algo raro, decidí que ya no quería seguir siendo lobo…y volví a ser humano, así nada más, sin dolor, solo suave, muy suavemente volví a la normalidad, no sentí remordimiento alguno, solo una sensación de paz, como si hubiera hecho algo que tenía que hacerse. De no haber sido yo, Armando lo habría matado al enterarse de lo que había hecho su débil y drogado subordinado. Desaté a Tina, le compuse el vestido y la cubrí con la sábana, la llevé a la habitación de sus padres y la dejé allí dormida, ella había pasado por algo que ninguna mujer debería sufrir, pero el verdadero responsable de todo esto estaba libre, y eso tenía que acabar.
Regresé al dormitorio de Tina y limpié todo, luego busqué el teléfono móvil del difunto, no me equivoqué, allí estaba el número del miserable de Armando, lo llamé; seguramente no se lo esperaba, pero lo amenacé y le dije que iría ahora mismo adonde él estaba. Me asomé a la ventana, miré la luna, deseé transformarme, y lo hice, así de fácil, sin dolor.
Aspiré fuertemente el aire y lo capté, ¡impresionante! Desde allí, desde la ventana de Tina reconocí y capté el olor de Armando y me lancé tras él saltando sobre los tejados, ¡Muy rápido!, casi volaba.
Que ironía, el mismo callejón de ayer. Me detuve sobre la azotea de un edificio contiguo, ¡Ja!, creían esconderse de mí, estaban agazapados y ocultos esperando emboscarme pero yo los ubiqué fácilmente a todos y cada uno de ellos, escuchaba cualquier ruido mínimo que hacían, el olor de cada uno los delataba. Allá estaba Armando, fumando tranquilamente recostado sobre una escalerilla metálica en el fondo del callejón convencido de que nadie podía atravesar sus líneas de seguridad.
Fue fácil, demasiado fácil, veloz como el viento aparecía frente a ellos; me quedaba de pié  observándolos unos cuantos segundos disfrutando de sus caras de sorpresa primero y de horror después; un solo mordisco en el cuello o un zarpazo en el pecho era suficiente, incluso les permitía un pequeño grito para desconcertar a las próximas víctimas.
Armando se dio cuanta de que algo andaba mal al escuchar los gritos. Solo quedaba él y dos de sus cómplices, lanzaron silbidos a sus compañeros, luego, al no recibir respuesta, gritaron sus nombres. Entonces caí desde arriba frente a ellos, retrocedieron asustados al ver mi figura monstruosa, me coloqué de un salto frente al mas cercano y, asegurándome de que Armando me viera le desgarré el cuello de un mordisco, el otro lanzó un alarido de terror, pero no le di oportunidad e hice lo mismo con él, solo quedaba Armando, apuntándome temblorosamente, mientras yo tenía mis ojos amarillos puestos sobre él.
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FINAL
Siempre había escuchado que ciertos animales podían captar el miedo, pero esa noche pude sentir esa verdad, sus feromonas o lo que fueran podía sentirlas como suaves pellizcos en mi hocico, era simplemente delicioso, como un perfume o un vino dulce que me atraía y me hacía babear.
No se como, pero logró dispararme una vez, el impacto rebotó contra mi pecho duro como si fuera una piedra plana sobre el agua, me hizo cosquillas. Dejó caer la pistola.
Me acerqué hasta arrinconarlo contra la pared dispuesto a devorarlo, pero me detuve.
Le rasgué la cara de un zarpazo llevándome uno de sus ojos, y lamí la sangre en mi garra frente a él. Ahora Armando estaba llorando, encogido en el suelo y horrorizado de pánico.
No, matarlo hubiera sido…muy poco para él, la muerte hubiera sido la salida fácil. Volví a mi forma humana para que me reconociera. Me agaché y lo agarré por los cabellos acercando mi cara a la suya dejando q sintiera mi aliento a sangre; le dije que iba a dejar que viviera…con la incertidumbre de que en este mundo existían monstruos más terribles que él…y le recordé que uno de ellos…estaría muy cerca a él…siempre acechándolo…siempre hambriento….


Han pasado muchos años desde entonces, y solo sé que después de esas tres noches de luna llena jamás en mi vida pude volver a transformarme en lobo, y no voy a negar que lo intenté, incluso pasé noches contemplando la luna llena sin notar nada raro en mi cuerpo.
El por qué y el cómo lo hice sigue siendo un misterio para mí hasta el día de hoy.
Valentina logró superar su dura experiencia y salió adelante, sabía que no había sido la primera ni la única mujer que había sido ultrajada, era una chica fuerte, con el valor suficiente para no dejarse derrumbar por esos recuerdos amargos.
Hoy es mi esposa, tenemos dos hijas y la amo por sobre todo, no tenemos secretos entre nosotros… excepto uno…los sucesos de aquella noche. Pero ese secreto… al igual que el lobo ahora dormido dentro de mí…irá conmigo a la tumba.

FIN
 

miércoles, 28 de enero de 2015

Hablando un poco sobre...Los Habitantes de la Espesura

Sobre este relato puedo afirmar sin lugar a dudas que es una de mis mejores creaciones.
Escribí la historia en 2010 para un concurso en un foro de fans de la escritora Stephanie Meyer y me asombró la cantidad de buenos comentarios que recibí.
Me inspiré en uno de mis escritores favoritos: H.P.Lovecraft (el padre del "Horror Cósmico").
Las historias de este gran autor se centran en lo insignificante que es el ser humano, áun con su cultura y su ciencia, las cuales sin embargo son inútil ante la inmensidad de los horrores antiguos que viven mas allá del el vasto cosmos.
Imaginé en que aún los militares, con su entrenamiento, armamento y experiencia, no pueden hacer absolutamente nada contra aquellas fuerzas oscuras que nos acechan ocultas y están mas allá de lo que el ser humano pueda hacer.
Que lo disfruten, amigos.

LOS HABITANTES DE LA ESPESURA (incluye epílogo)

Hace muchos años trabajé en el Centro de Rehabilitación Mental de Santo Domingo. Entre los casos de síndrome postraumático de guerra más extraños que traté, estaba el de un joven soldado cuyos compañeros habían muerto todos en combate; el joven fue encontrado por un grupo de campesinos, escondido en una pequeña cueva junto a un arroyo, temblando y al parecer había perdido el habla, se encontraba en un estado de shock del que jamás se pudo recuperar.
Pero una noche de tormenta me buscó y ante mi sorpresa habló por primera vez accediendo a contarme una historia que no puedo calificar más que de horrorífica. Ignoro qué razón lo llevó a imaginar semejante alucinación. He aquí su relato:
“La noche estaba ya bien entrada cuando el capitán dio la orden de detenernos, habíamos estado avanzando a través de la jungla sofocante por cerca de seis horas sin encontrar rastro de los rebeldes. Ellos nos tendieron una trampa…habíamos estado siguiendo una pista falsa; nos sorprendieron y emboscaron nuestra unidad, ahora solo éramos cuatro sobrevivientes tratando de salvar nuestras vidas. Sé que no es digno de un soldado huir pero… ¿Qué otra cosa podíamos haber hecho? Éramos solo cuatro contra…demasiados.
Nos sentamos lentamente y en silencio, la oscuridad se había hecho muy densa y gruesas gotas de lluvia habían reemplazado la pertinaz llovizna que nos había acompañado durante todo el día, tratamos de protegernos como pudimos del aguacero.
Imagino que debíamos presentar un aspecto lamentable; vi el dolor en el rostro del capitán y mis compañeros, creo que esto es demasiado, es decir, cuando te haces soldado crees que eres invencible, nada te puede destruir porque ERES EL BUENO, luchas por la paz y la justicia y aunque sabes que es probable que estas situaciones puedan ocurrir; al momento de la verdad nunca estás preparado…para ver morir a tus compañeros, a tus amigos, los hombres con los que te has formado y has compartido tanto, tus hermanos.
Saqué de mi bolsillo la fotografía de Luisa y la contemplé, se la había tomado durante un atardecer en las playas de Cartagena. Lucía hermosa con su cabello rizado, al aire, y me sonreía como solo ella sabía hacerlo.
Miré a mis compañeros, Gary era alto y larguirucho, tenía la mirada perdida en algún lugar, la verdad es que casi no hablaba con él, era un tipo de pocas palabras y pocos amigos. Mario había encontrado una roca donde sentarse y parecía estar llorando pero trataba de disimularlo. El capitán; que se había alejado un poco, regresó y ordenó que descansáramos e impartió los turnos para hacer la guardia, a mi me asignó el tercer turno, después de Gary. Traté de descansar haciendo caso omiso a los insectos que me torturaban y fue entonces cuando creí escucharlo, era como suaves murmullos que parecían provenir de todas partes. Inmediatamente alerté a los demás, ellos también lo escucharon, Mario especuló que podría tratarse de un pueblo en las cercanías, pero el capitán receló, dijo que podría tratarse de un campamento rebelde, de repente los murmullos cesaron y el bosque volvió al monótono sonido de la lluvia, esperamos cerca de media hora pero no volvieron a repetirse.
La lluvia fue amainando y me quedé dormido. Todavía hoy me parece escuchar el grito de Gary que me despertó. No fue exactamente un grito, mas bien fue… ¡Dios! como un alarido, un alarido de terror que me heló las venas, nos levantamos y empuñamos nuestros fusiles, Gary no estaba en el puesto de guardia, se escuchaban risas como de muchas personas a nuestro alrededor, no podíamos verlas, pero era evidente que se burlaban de nosotros y se deleitaban con nuestro miedo, el capitán daba gritos pidiendo a los extraños que se identificaran so pena de abrir fuego, pero las risas aumentaron a crueles y macabras carcajadas. Entonces volvimos a escuchar a Gary pidiendo auxilio a gritos y corrimos hacia la dirección de donde provenían disparando hacia atrás, hacia la espesura.
No sé exactamente cuanto corrimos, calculo que cerca de un kilómetro; solo sé que los gritos de terror de Gary siempre se escuchaban a la misma distancia por más que intentábamos llegar a él; hasta que repentinamente cesaron y nos detuvimos, al parecer quienes quiera que fueran los de las risas misteriosas no nos habían seguido, de todos modos permanecimos espalda contra espalda con los fusiles en posición de tiro.
La lluvia finalmente había terminado y las nubes comenzaron a dispersarse, el brillo de la luna iluminó las copas de los árboles altos, mas no a nosotros porque la vegetación era muy tupida, reinaba un silencio casi absoluto, tal vez fuera mejor así, en el estado en que nos encontrábamos si una lechuza hubiera cantado la hubiéramos callado con un torrente de balas.
Transcurrieron cerca de dos horas que ayudaron a que calmáramos un poco nuestros alterados ánimos, el capitán trató de elevarnos la moral, afirmó que los rebeldes fueron muy listos y que los felicitaba porque lograron asustarlo a él y secuestrar a uno de sus hombres en sus narices, pero que por el bien de ellos era mejor que no le hubieran hecho daño…
Pero yo, y estoy seguro que Mario también, dudábamos.
Repentinamente una brisa helada se filtró entre los árboles que se estremecieron, el capitán se había quedado mudo en medio de su arenga mirando en todas direcciones, mis sentidos estaban aguzados al máximo…de repente los vimos a nuestro alrededor, eran como siluetas, sombras borrosas, que saltaban a gran velocidad entre las ramas de los árboles que nos rodeaban y luego se abalanzaron sobre nosotros, creo que podría compararlo a estar en medio de una bandada de aves o murciélagos gigantes, se movían entre nosotros, rozando nuestros cuerpos, arañando nuestros brazos y rostros, era horrible, gritábamos y tratábamos de protegernos y de alejarlos golpeándoles o disparándoles pero extrañamente nuestros puños solo se encontraban con el aire, y las balas parecían no afectarles en lo más mínimo. En nuestra desesperación hicimos lo único que el instinto nos aconsejó, echar nuevamente a correr.
A pesar del terror que nos invadió por lo menos permanecimos juntos, los dejamos atrás pero no por mucho tiempo, mientras corríamos escuchábamos un constante revoloteo tras nosotros y al volver la vista distinguí una espesa nube negra que avanzaba sobre los árboles en nuestra dirección.
Corrimos y corrimos a través de la selva hasta quedar sin aliento, hasta que nuestras fuerzas llegaron casi al límite y caímos en la tierra húmeda y lodosa esperando lo que el destino nos deparase, cuando reparamos en que nuevamente estábamos solos, noté algo de alivio en Mario y el capitán, pero había algo que no me cuadraba, fueran lo que fueran esas criaturas eran muy rápidas, no lograba entender por que no nos habían dado alcance y un pensamiento cruzó por mi mente, pero lo aparté deseando que solo fuera algo infundado.
Pasó cerca de una hora, Mario finalmente no pudo más y rompió a llorar, el capitán había permanecido arrodillado con la vista en el suelo y lo miró como si fuera a reprenderlo, pero no hizo nada y volvió a clavar la mirada a la tierra, ahora era un hombre derrotado, no solo en las armas sino en su alma; no sabíamos que hacer, como actuar ni qué pensar, esto parecía una pesadilla, una cruel y horrible pesadilla.
Entonces algo llamó mi atención, en la lejanía sobresalía una pequeña colina y cerca de su cumbre se distinguía el débil pero inconfundible brillo de una hoguera.
El pequeño fulgor anaranjado nos arrojó una luz de esperanza y de inmediato apresuramos el paso hacia allá sin importar lo exhaustos que estábamos, solo  deseando salir cuanto antes de esa selva maldita, no se por qué pero sinceramente creíamos que el fuego alejaría los fantasmas o lo que fueran, como cuando eres niño y estás seguro que si mantienes encendida la lámpara junto a tu cama el monstruo del armario no se atreverá a salir. Tal vez suene un poco egoísta pero en ese momento no nos importaba mas nada; no pensábamos ni siquiera en qué había sido de Gary; toda nuestra mente, toda nuestra energía y nuestra fuerza estaban concentradas en llegar hacia ese diminuto punto de luz.
La colina se encontraba del otro lado de un pequeño valle que descendimos para atravesar, En el fondo lo cruzaba un arroyuelo de aguas cristalinas que brillaba a la luz de la luna.
Todos los arroyos llevan a alguna parte y medité la idea de que tal vez fuera mejor seguir su curso en lugar de subir la loma, pero deseché la idea porque la fogata se encontraba ahora muy cerca y nos atraía cual poder hipnótico hacia una supuesta seguridad. ¡Dios mío! ¿Por qué no hice caso a esa voz interior?
Ascendimos por la suave pendiente, a medida que subíamos la vegetación se hacia menos densa. La cima estaba despoblada de árboles pero cubierta de maleza alta y pegajosa; avanzamos a través de ella atraídos hacia la claridad con nuestros fusiles listos, a pesar de la evidente inutilidad de éstos, nos resistíamos a dejarlos, pues como nos habían enseñado: un soldado puede abandonar su misión, sus órdenes y hasta su vida, pero jamás su fusil.
Finalmente salimos de la maleza y divisamos la hoguera, estaba en medio de un claro a unos doscientos metros y a su alrededor había un grupo de personas de pié rodeándola en  círculo, personas de carne y hueso, no sombras ni fantasmas. Fuimos hacia ellos convencidos de dirigirnos a la salvación.
A medida que nos acercábamos nos pareció que hablaban o murmuraban entre ellos. Nos detuvimos sorprendidos a pocos pasos del círculo, todos vestían togas negras, los hombres eran calvos o con la cabeza rapada y las mujeres usaban una caperuza o capuchón sobre el cabello, eran bastante pálidos aunque de facciones hermosas; mantenían los ojos cerrados y sus brazos extendidos a ambos lados del cuerpo unidos con sus vecinos por las palmas de las manos levantadas, pero no estaban inmóviles, no, se mecían suavemente a uno y otro lado al compás de sus murmullos, que ahora pude identificar como una especie de cántico ininteligible.
Por un momento no supimos que hacer, aparentemente no nos habían visto; el capitán se adelantó y saludó en voz alta identificándose y solicitándoles ayuda, pero ellos ni siquiera se dieron por enterados, por el contrario, la entonación del cántico subió de tono. La situación no me agradaba en lo más mínimo, había algo en el himno, no sé con exactitud que era porque no lo entendía pero me daba la sensación de algo profano…una blasfemia…
El capitán avanzó decidido y tocó en el hombro a uno de ellos y el cántico cesó de repente, los danzantes se detuvieron al unísono y se quedaron inmóviles, entonces el círculo se abrió un poco, justo donde estaba el capitán, como invitándole a entrar, aún permanecían con los ojos cerrados.
Mario me agarro del brazo y esto me sobresaltó, estaba temblando y me señalaba el suelo; miré y me agaché a recogerlo, era un pedazo de tela rasgado y manchado de sangre, lo solté en el acto, era inconfundible, el camuflado del ejército.
Miré a Mario, su rostro atemorizado me evidenció que el estaba pensando lo mismo que yo.
De repente escuchamos el chasquido del fusil del capitán al caer sobre la arena, estaba dentro del círculo que se había cerrado nuevamente tras él… y los seres…abrieron los ojos.
Me quedé horrorizado contemplándolos, eran ojos malignos, demoníacos, totalmente blancos sin pupilas y totalmente carentes de vida. Uno de los sujetos se había quedado con la vista fija en mí
- ¿capitán? - dijo Mario con voz suplicante. Pero no contestó. Entre tanto una de las jóvenes se adelantó en el círculo, parecía mirar directamente a los ojos del capitán, no podíamos ver la reacción de éste porque estaba de espaldas a nosotros, los demás reanudaron suavemente su rítmico balanceo acompañado de su canto; el capitán avanzó tres pasos hacia la hoguera y se detuvo.
Entonces fuimos testigos de algo…imposible…, la joven, con los brazos extendidos hacia los lados comenzó a levitar, y se elevó en el aire hasta unos cuatro metros hasta ubicarse justo sobre el fuego, acto seguido bajó los brazos y luego extendió el izquierdo hacia el capitán, el coro creció en intensidad y movimientos.
Y contemplamos horrorizados como el capitán comenzó también a elevarse, parecía tener el cuerpo rígido y cuando llegó a ella, ambos giraron en ángulo de 90 grados y pudimos ver el rostro de él, era una mueca de terror, sus dientes estaban apretados como tratando de decirnos algo pero sin poder hacerlo y sus ojos angustiados y bañados en lágrimas miraban suplicantes hacia nosotros que, impotentes no podíamos hacer nada.
Lo que vimos después…honestamente…
(Aquí el paciente tuvo un ataque de llanto e histeria, pero después de unos minutos se sosegó y continuó)
Su rostro… ¡Oh Dios!, su rostro…empezó a transformarse de una manera horripilante…, su cráneo se estiró hacia arriba dejando caer el capuchón y dándole una forma aberrante a su cabeza, sus ojos se estiraron también hacia arriba y se achinaron, pero solo en los extremos pues en la parte cercana al puente de la nariz no se movieron, pero lo peor de todo fue su boca…la quijada se estiró hacia abajo y sus dientes crecieron de una manera grotesca, tan solo los colmillos sobresalían unos quince centímetros. Ahora el cántico era alto, casi ensordecedor, en un lenguaje que, a pesar de mi escaso conocimiento de idiomas estoy seguro que nadie había escuchado.
Y la horrenda criatura, apretando al capitán contra su cuerpo le clavó violentamente los largos dientes en su cuello, casi pude escuchar los huesos de la clavícula romperse como madera podrida, creo que bebía su sangre, pero lo hacía voraz y salvajemente como una fiera hambrienta. El infame coro llegó a su clímax, con un estruendo levantaron las manos hacia el cielo, hacia la luna…que brillaba justo en el cenit.
Entonces la criatura levanto la cabeza y con la vista puesta en la luna profirió un grito de ultratumba y satisfacción que retumbó por todo el valle…y soltó el cuerpo del capitán que cayó exánime sobre el fuego. El grupo profirió a carcajadas.
El pánico se apoderó de mí, mis piernas flaquearon y caí de rodillas, el nefasto presentimiento que había tenido horas antes era verdadero, estos monstruos habían estado jugando con nosotros al gato y al ratón conduciéndonos irremediablemente hasta este lugar para servirles como víctimas en sus macabros ritos.
Me llevé las manos a la cabeza y la apreté con fuerza. En nombre del cielo, ¿dónde estaba?, ¿adonde me había traído el destino?, ¿qué lugar infernal era este bosque en el que los demonios vagaban libres como amos y señores alimentándose de la sangre y la vida de los humanos?
Un pensamiento…- Mario - abrí los ojos de nuevo y el grupo había iniciado otra vez el cántico, la criatura había tomado otra vez su forma humana y había regresado a su puesto; en su lugar ahora estaba uno de los hombres y Mario se dirigía hacia él sin poderlo evitar.
No…no podía volver a pasar otra vez por lo mismo, me abalancé sobre él intentando retenerlo pero una fuerza invisible me lanzó por los aires hacia atrás, no me explico como pero tuve la certeza de que había sido obra del hombre que me había quedado mirando fijamente.
Mario se detuvo, creo que estaba haciendo un gran esfuerzo o haciendo uso de todas sus fuerzas y logró mascullar algo entre dientes…
- ¡Huye! - y de repente volvió la cabeza hacia el frente y comenzó a elevarse hacia el hombre que ya lo esperaba flotando sobre el fuego.
Espero que se me pueda comprender, me dolió dejar a Mario, pero…yo ya no podía hacer nada por él y de verdad no quería presenciar…Así que me lancé a la carrera.
No bajé la colina por la misma ruta de acenso sino por el lado al que se dirigía la corriente del arroyo, allí había árboles otra vez, de hecho en esta parte el bosque era mas enmarañado, la luna estaba oculta momentáneamente por una nube así que andaba casi a ciegas, guiado únicamente por el más básico instinto de supervivencia; corría…mas bien galopaba entre el espeso follaje y no pude evitarlo…no vi llegar el precipicio y resbalé pendiente abajo, traté de aferrarme a hojas y ramas durante la caída pero fue inútil.
No se cuanto permanecí inconsciente pero estoy seguro que habían pasado varias horas porque ya no había luna y el cielo pasaba a un color azul turquí, desperté semi-sumergido en el pedregoso lecho del arroyo, tenía todo el cuerpo adolorido y me dolía terriblemente el brazo derecho, probablemente se trataba de una fractura.
Me incorporé dificultosamente y avancé, traté de no pensar en lo que había pasado y solo me concentré en caminar, pero no pude, la risa macabra resonaba fría y malvada en mi cabeza.
Repentinamente caí en cuenta que estaba equivocado, la risa no estaba en mi cabeza, a unos metros de mí y encaramado en una rama, la criatura de la vista fija me estaba observando. Asustado traté de retroceder pero la criatura, rápida como el relámpago se colocó frente a mí, entonces mi cuerpo dejó de responderme y quedé paralizado, solo mi mente continuaba lúcida…y empecé a sentirme muy ligero, nos elevamos y nos detuvimos; la criatura inició su horrible transformación, cerré los ojos, no había salida, solo esperar lo inevitable pero en mi mente solo tenía una imagen, la fotografía de mi bolsillo…Luisa, mi amada Luisa…nunca volveré a verte…no volverás a alegrar mi corazón con tu sonrisa de ángel…mi Luisa…mi amor…
Y caí…con un golpe seco y sordo al chapotear en el agua, podía moverme de nuevo y me pareció ver a la criatura retorcerse de dolor…su mano…algo la había quemado…algo casi insignificante…el primer rayito de sol que daba por finalizada aquella noche espantosa se filtró como luz divina a través de los árboles y lo impactó en la mano. La criatura me miró con un odio feroz y huyó rauda hacia la espesura. Entonces el sol me bañó con su luz vivificante, celestial y llena de energía, cerré los ojos para sentir su calor por todo mi cuerpo.
Me incorporé, presentí que al atardecer las criaturas volverían, así que me alejé riachuelo abajo siguiendo el curso de la diáfana corriente de agua…

E P Í L O G O

Años después, en mi despacho, la hermosa mujer soltó el relato trascrito en mi escritorio después de haberlo releído y dejó caer la vista.
Permanecimos en silencio por unos minutos
- ¿Puedo verlo, doctor? - me miró con rostro suplicante.
- Lo siento - me quité los lentes, cerré los ojos y negué con la cabeza. - falleció hace dos meses en uno de sus ataques de histeria…, tal vez si yo la hubiera encontrado a usted un poco antes… -
Asintió tristemente con la cabeza, me dio las gracias con un murmullo y se marchó.
A través de mi ventana observé como la señora Luisa se subió al automóvil donde la esperaban su esposo y su hijo pequeño, y se alejó por la carretera.

BIENVENIDOS A MI ESPACIO DE RELATOS DE TERROR

Hola a todos, y muchas gracias por visitar este espacio donde espero sinceramente que disfrutes de estos relatos, tanto como yo disfruto escribiendolos.
En alguna parte leí que el único temor que que debe tenerse es al miedo mismo. Pienso que el miedo no es malo y tenerlo tampoco, es una protección instintiva, es algo que te hace más fuerte una vez que logras dominalo.
Por lo menos a mí las historias de terror me han ayudado a eso, a vencer mis propios temores, son una vía de escape que me permite liberarme de los problemas, y es que... si eres capaz leer un relato terrorífico... ¿que miedo pueden darte cosas como por ejemplo: hablar en público, o confesarle a una mujer que la amas?
Te invito a ser valiente. Ningun monstruo debajo de la cama es mas fuerte que tu propia voluntad de bajarte de la cama y ver que hay debajo.

Agradecimientos especiales a la página http://miscuentosdeterror.com por brindarme el espacio y a todos mis lectores por sus comentarios.